22 de enero de 2011

El manifiesto de guerra del Comité del Nobel de la Paz

Dos miembros del Comité aplauden al enemigo del pueblo
chino (y gran amigo de las multinacionales occidentales)
Domenico Losurdo analiza el discurso de Thoebjoern Jangland, presidente del Comité del Nobel de la Paz, en la ceremonia de entrega del premio al "disidente" chino Liu Xiabo, que entre otras lindezas va diciendo por ahí que los chinos necesitan ser una colonia de occidente para ser mas "libres".

El premio al "disidente" defensor de la esclavitud de sus compatriotas (salvo los que sirvan fielmente al amo imperial de turno como él) no es mas que un intento de las "democracias" occidentales, es decir la mascara democratica del sistema de explotacion de una minoria sobre los trabajadores, de presionar al gran enemigo actual del negocio de las grandes multinacionales y de la propagación universal del orden capitalista por el mundo, China,  por todos los medios (y sabemos que estas "democracias" no tienen escrupulos a la hora de defender los beneficios de su clase dominante con su brazo armado como la OTAN -y sin ir mas lejos, que se lo pregunten si no a los yugoslavos).

La "democracia" del capital y la guerra van siempre de la mano a la hora de justificar la extension de la "Libertad" por el mundo (una libertad que consiste básicamente en que los grandes acumuladores de capital saqueado puedan seguir haciendolo sin obstaculos en cualquier parte del mundo)

"El manifiesto de guerra del Comité del Nobel de la Paz.

Transmitido en vivo a través de las cadenas de televisión más importantes del mundo, el discurso que pronunció el presidente del Comité del Nobel durante la entrega del Premio Nobel de la Paz a Liu Xiabo constituye un verdadero manifiesto de guerra [1].


Su concepto fundamental es tan claro como burdo y maniqueo: las democracias no guerrean entre sí y nunca lo han hecho, por lo tanto para que la causa de la paz triunfe de una vez y por todas lo que hay que hacer es propagar la democracia a escala planetaria. Quien así habla está ignorando la historia. Ignora, por ejemplo, la guerra que enfrentó de 1812 a 1815 a Gran Bretaña y Estados Unidos, dos países «democráticos» que además forman parte de la «pragmática» y «pacífica» estirpe anglosajona.

Aquella guerra alcanzó sin embargo tal grado de furor que Thomas Jefferson llegó a comparar al gobierno de Londres con «Satanás» y declaró incluso que Gran Bretaña y Estados Unidos estaban librando entre sí una «guerra eterna» (eternal war) destinada a concluir sólo con el «exterminio» (extermination) de una de las partes.

Al identificar la causa de la paz con la causa de la democracia, el presidente del Comité del Nobel embellece la historia del colonialismo, a lo largo de la cual hemos visto a muchos países «democráticos» promover el expansionismo recurriendo para ello a la guerra, a las más brutales formas de violencia e incluso a prácticas de carácter genocida. Pero no se trata solamente del pasado. A través de su discurso, el presidente del Comité del Nobel legitimó a posteriori la primera guerra del Golfo, la guerra contra Yugoslavia y la segunda guerra del Golfo, desencadenadas todas por grandes «democracias» y en nombre de la «democracia».

El mayor obstáculo para la propagación universal de la democracia está representado ahora por China, que por lo tanto constituye al mismo tiempo el foco de guerra más peligroso. Luchar por todos los medios por un «cambio de régimen» en Pekín constituye entonces una noble empresa al servicio de la paz.

Éste es el mensaje que se transmitió al mundo entero desde Oslo, precisamente en momentos en que toda una flota de guerra estadounidense viene «entrenándose» a poca distancia de las costas chinas.

Un ilustre filósofo occidental y «demócrata», John Stuart Mill, defendió en su época las guerras del opio desatadas contra China como una contribución a la causa de la libertad, poniendo incluso la libertad del «comprador» por delante de la «del productor o del vendedor».

Ésa es la funesta tradición colonialista que están siguiendo los señores de la guerra de Oslo. El manifiesto del presidente del Comité del Nobel debe sonar como un toque de alarma a los oídos de los verdaderos defensores de la causa de la paz.

Nota:

[1] Ver el discurso completo del presidente Thoebjoern Jangland en el sitio web del Comité del Nobel (en inglés).

* Domenico Losurdo es filósofo e historiador, comunista, profesor en la universidad de Urbino (Italia). Su última obra publicada en francés: "Nietzsche philosophe réactionnaire: Pour une biographie politique".

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120859

2 comentarios:

P dijo...

Ya había leído este breve artículo en Rebelión. El año pasado, cuando muy pocos blogueros nos atrevimos a criticar la concesión del Premio Nobel de la Paz a Liu Xiao Bo, fuimos muy criticados (al menos, algunos) por defender a China Popular. Precisamente Domenico Losurdo viajó recientemente a esta nación, junto con otros intelectuales de diferentes países, y la impresión que se llevó fue muy buena.

Siempre digo que los maoístas se sentirán incómodos con estas apreciaciones, pero si China no fuera un gigante socialista (con sus peculiaridades)en Oslo se premiaría la paz de verdad. El discurso pronunciado en la capital noruega es, efectivamente, un guiño al belicismo imperialista y nada más.

Cordiales saludos, JL.

P dijo...

En otro orden de cosas, JL. He visto que en tu columna derecha de blogs imprescindibles está el mío de antes, cuando en realidad hice algunos cambios. Ahora mi bitácora se llama La Imprenta De Far y no elblogderaf. La URL anterior era elblogderaf-raf.blogspot.com, mientras que la actual es laimprentadefar.blogspot.com.

Nada más, compañero. Y gracias por seguirme.

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