18 de febrero de 2018

Pascual Pla y Beltrán, poeta proletario

Pla y Beltrán, Pascual (Ibi, Alicante, 1908-Caracas, 1961). Poeta que pasó parte de su adolescencia en Alcoy, donde fue obrero textil –un duro trabajo que lo dejó jorobado- y en cuya prensa publicó sus primeros versos. Desarrolló la mayor parte de su carrera literaria en Valencia, y en castellano. De origen humilde y sin formación escolar, se trasladó con su familia a Alcoy en 1919 donde trabajó en las empresas textiles. En 1928 marchó a Valencia, donde encontraría el ambiente cultural e intelectual necesario para su formación autodidacta. Allí empieza, ya adolescente, a acudir a un colegio nocturno y se da a conocer a través de los medios de comunicación locales con breves poemas. Al año siguiente de llegar a Valencia publicó su primera obra, La cruz de los crisantemos, muy bien acogida en los círculos literarios de la capital del Turia.

Con el despertar del primer libro y su relativo éxito, se lanzó a crear una revista literaria, Murta, junto con Ramón Descalzo y Rafael Duyos Giorgeta, donde consigue que publiquen artículos y obra escritores de la talla de Luis Cernuda, Max Aub o Vicente Aleixandre. Proclamada la Segunda República, se afilió al Partido Comunista, integrándose en la Unión de Escritores y Artistas Proletarios. En el periodo republicano desarrolló una intensa labor poética muy vinculada a los procesos de represión contra los movimientos de izquierda.

Tras el golpe nazi del general Franco y el estallido de la Guerra Civil por la resistencia del gobierno legítimo democrático republicano, su vinculación con los intelectuales antifascistas se incrementó, colaborando en publicaciones como El Mono Azul y Hora de España, entre otras. Participó activamente en el II Congreso de Escritores celebrado en Valencia en 1937 y convocado por la Alianza Internacional de Intelectuales Antifascistas. Allí conoció y entabló amistad con Nicolás Guillén, Josep Renau, Vicente Huidobro y Bertolt Brecht, y disputó con Fernando de los Ríos el papel de la Unión Soviética en la formación de la izquierda, justo poco después de que Pla y Beltrán publicara sus alabanzas al régimen soviético en su poema, Salud, Moscú, tras haber visitado la URSS, en 1937 viajó a la URSS. En el mismo viaje, visitó Finlandia, Suecia, Dinamarca y Francia; Carlos Palacio y Lan Adomian pusieron música a poemas suyos.

Aunque podía haberlo hecho, no se marchó al finalizar la guerra civil y fue preso y encarcelado por el régimen franquista. Condenado a muerte, la pena fue conmutada finalmente y salió de prisión en 1946. Pasó siete años en la cárcel y tras ser liberado publicó, bajo el seudónimo “Pablo Herrera”. Finalmente consiguió salir de España en 1955 y se estableció en Santo Domingo, para poco después marchar a Venezuela donde vivió hasta su muerte.
Pla y Beltrán en Madrid, 1932

Practicó una poesía social de un radicalismo extremo, en sus libros Narja, Poemas proletarios (Valencia, Pascual Quiles, 1932) –considerado por Enrique Montero como “el primer libro de poesía comprometida proletaria publicado en España¨ -, Epopeyas de sangre, 7 poemas revolucionarios (Valencia, UEAP, 1933) –con cubierta de Renau- Hogueras en el sur (Poemas campesinos) (Valencia, UEAP, 1935) –precedido de un prólogo autobiográfico-, Voz de la tierra (Poema en rebelión) (Valencia, 1935) –inspirado en la Revolución de Asturias- y Camarada (Poema del amor y de la angustia) (Valencia, UEAP, 1935) –con cubierta de Juan Renau-. También cultivó el teatro: Seisdedos, Tragedia campesina (Valencia, UEAP, 1934). 

De él ha dicho Víctor Fuentes que “de procedencia obrera, es nuestro auténtico representante de la poesía proletaria o bolchevique”. Él mismo, que solía firmar simplemente “Pla y Beltrán”, calificaba entonces sus poemas de “gritos”. Tradujo, en Isla, y en colaboración con David Vigodsky, a Velimir Khlebnikov.

Algunos de sus más destacados poemas, siempre al servicio de la clase trabajadora y bien posicionado ante el dilema Socialismo o Barbarie, son los siguientes:
 
EN MARCHA

Con el acero de sus brazos han de hacer
edificios que iluminen las nubes.
Su voluntad de siglos encenderá una aurora
de gigantes.

Las fábricas darán la vida de los templos
más puros y más firmes.
Los comunistas jóvenes serán los químicos
que asombrarán al mundo.

¡Todos, fuego de juventud en el pulmón,
en marcha! 


YUNQUE: ALBA 

100.000 voltios rodados de poleas
más ágiles.
Que la luz, la impaciencia, la imagen
y el retorno.

Mediodía de grúas encendidas de grillos.
Fuego de hierro y fragua.
Yunque en constelaciones de martillos
sin sueño.

Bajo el brazo tendido de músculos
y de puras distancias.
Entre mares de hulla se consumen
los cerebros más vivos.

En la niebla, la niebla que confunde
la ruta de los astros sin cielo.
Con el mudo cansancio de estos hombres
de cobre.

Ilumina el sol lunas en los espejos
de los hornos.
Roja lumbre se agita en las poleas
impacientes.

Y el canto sin gracia de los obreros
con voluntad de bayonetas.
Abecedario ardido en las esquinas
de los yunques calcinados de hierro.

Humo oxidado en las espadañas de
los crepúsculos.
El cansancio olvidado de la vida de
los obreros se despereza sobre la playa
de los siglos.

¡Hierro, martillo y yunque!
¡Hombre, trabajo y alba!



LOS NIÑOS DE ESPAÑA CANTAN A LA GLORIA DE LENIN 
¿Qué canta en la mañana
esa rueda infantil?

-Canta
la gloria de Lenín:
“Lenín murió en Enero.
Lenín nació en abril.
Abril se adorna con rosas
y Enero se viste de gris”.
España cruje de balas.

Se alza la guerra civil.
Cantan los niños a coro
por la gloria de Lenín:
“Vivió vida pobre.
Vistió traje gris.
Alcemos el nombre,
¡el nombre de Lenín!

Entre hielo y luna
crece el perejil.
Los niños hambrientos
siguen su plañir:
“A la rosa, rosa,
la rosa de abril.
¡Enero, no; Enero
nos llevó a Lenín!”

Sobre un campo negro,
jinetes de cinc.
Los niños sin sueño
piensan en abril:
“¡Enero, no; Enero
se llevó a Lenín!”

BUQUE Y REVOLUCIÓN
En la hoguera incendiaria del último crepúsculo
Flamearon de indignación los pechos marineros.
Un cablegrama no esperado dio la noticia exacta:
-Revolución social planeta tierra.

Tembló el buque.
Brazos de fogoneros, altos y fuertes,
subieron por el espacio arriba.
Negras camisas, de suciedad, fueron
rojas antorchas que incendiaron la tarde.
Llamearon banderas proletarias al viento.
La tripulación, ebria ya de justicia,
empezó su combate.

Toda la sal del mar
Se avivó en un esfuerzo de venganza.
Olas como ciudades
Se quebraron de gozo contra el buque,
avivando
La sed implacable
De la marinería.
Una voz tronó al aire:
-¡Ese fusil! ¡Arriba! ¡Hay que
matar a ese cabrón del cocinero!…

Y nada más:
El capitán, péndulo del reloj de la justicia,
Colgado estaba ya del palo más alto
de la tarde.


ENEMIGO
Muerto de aliento y voz. Cuando la tierra
Florezca de clarines bolcheviques,
Vivo y presente, empezarás tu huida.
Serán siete navajas tus instintos.

Vistiendo negra blusa y con tu máuser,
Clavarás proyectiles de odio negro.
Rojos soldados te buscarán las huellas.
Te darán banderines de trabajo,
Para ganar tu pan honradamente.

Pero tú, buen burgués, serás la causa
De tu misma derrota. Por tu mal,
Morderás las ideas mencheviques.

Y un día todo rojo de venganzas,
Bajo el fusil del pueblo, ametrallado
Te desharás en sangre sobre tierra

HOMENAJE A LOS CAÍDOS EN LA LUCHA 
Vosotros,
¡los que ni el dolor ni las balas pudieron dominaros!
Vosotros,
¡los que encendisteis con vuestro ardor la roja pólvora que alzaba el odio,
los que luchásteis hasta doblar la muerte,
hasta regar la tierra con el milagro de vuestra sangre!

Vosotros,
¡los hermanos de Asturias y Cataluña!
Vosotros,
¡camaradas que alzásteis más allá del espacio la bandera de la Unión de Repúblicas Socialistas
de Iberia,
que os batísteis hasta apagar la llama que ardía en vuestros ojos,
hasta quedar pegados a la tierra por la cual derramásteis vuestra sangre!

Vosotros, camaradas,
vosotros,
¡los que os alzásteis en las aldeas del hambre y la injusticia,
quemando las iglesias,
derribando con vuestros puños el poder omnipotente de la usura;
los que os alzásteis en las minas,
gritando vuestra libertad hasta partir el cielo,
hasta asordar al mundo con vuestro grito;
los que os alzásteis en las ciudades
levantando las barricadas de la Revolución!

Vosotros,
¡los sorprendidos por el sueño insondable,
los que avanzásteis con paso firme hasta aplastar al enemigo,
los que al lado de un muro encontrasteis la muerte sin una lágrima de angustia!

Vosotros, camaradas,
¡vosotros sois vosotros!
¡Podréis estar doblados, pero nunca vencidos!
¿Me oís…?
¡Una voz de venganza ilumina la Tierra!

SOBRE EL PECHO UNA ESTRELLA
¡Aprieta!
¡Que nuestro grito
reviente el corazón del espacio!
¡Nuestra bandera será roja como el esfuerzo de los jóvenes,
y sobre el pecho nos nacerá una estrella de cinco puntas!
¡Que caracolee impetuoso el potro de la vida
bebiendo el verde pan de las llanuras
y clavando recios relinchos en el vientre rodado de la tierra!
¡Levantemos nuestra palabra hasta la hoguera de lo ignoto!
¡Lavémonos en el río de la sangre que se avecina!
¡Que nuestros versos sean
ágiles bayonetas en las manos pesadas de los obreros del Universo!
¡Encendamos en la antorcha de Lenin
el ímpetu del proletariado!
¡Que la revolución sea el principio de nuestra meta!
¡Basta ya de pamemas!
¡Levantemos una muralla que nos divida del pasado!
¡Que nuestras voces rojas iluminen de chimeneas el Universo!
POST-REVOLUCIÓN
Por rieles de lumbre fue rodando la tarde
hacia el poniente.
Agudas bayonetas golpearon sus pechos
de impaciencia.
Por los 20.000.000 de obreros crucificados
de hambre.

Saltaba el polvo vivo bajo las plantas
muertas. En el aire
la muchedumbre iba desmelenada
de prejuicios.
Fuerte, de vida plena, y rodadora
del mundo.

Una alta bandera era la voz potentes de los hombres.
La ciudades rompieron sus cadenas
liberando sus músculos,
floreciendo de camisas ensangrentadas,
de acero y cañones.

El campo dará su voz de siglos
al campesino. ¡Toda la tierra
para el que la trabaja! El humo
de las fábricas
entonará canciones de optimismo
bajo los brazos del proletario
que ya no sufre.
La tarde rota y descabezada de bayonetas
rodó al ocaso. Y entonces
la muchedumbre dio la bandera
de sus martillos y sus hoces al aire libre. 

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